Texas. – La devastación provocada por las intensas lluvias en el sur de Texas ha dejado al menos 82 personas muertas y 41 desaparecidas, entre ellas 10 niñas y su monitora de campamento. Las inundaciones, que azotaron la región desde el viernes, han desbordado ríos, destruido hogares y abierto un debate sobre la preparación del sistema de alerta climática y los recortes federales.
En Kerr County, epicentro del desastre, el sheriff Larry Leitha confirmó que 68 cuerpos han sido recuperados, muchos de ellos arrastrados por la crecida del río Guadalupe. El resto de las víctimas se distribuyen en los condados de Travis, Burnet, Kendall, Williamson y Tom Green.
Uno de los focos de angustia se centra en el campamento de verano Mystic, donde 10 niñas y su monitora desaparecieron tras la riada. Este domingo, las autoridades permitieron que las familias se sumaran a la búsqueda en los alrededores, entre lodo, escombros y silencio.
Lluvias históricas y una tragedia acelerada
Las cifras impresionan. En solo horas cayeron hasta 38 centímetros de lluvia, el equivalente a cuatro meses de precipitaciones, haciendo que el río Guadalupe subiera 8 metros en 45 minutos. Decenas de personas fueron rescatadas de árboles y techos mientras sus viviendas eran arrastradas por el agua.
El Servicio Meteorológico Nacional mantiene alerta por lluvias de hasta 17 centímetros por hora, calificándolas de “potencialmente mortales”.
¿Falla en las alertas o recortes en el sistema?
La tragedia ha reavivado cuestionamientos hacia la efectividad del sistema de alertas y las decisiones del gobierno federal. Aunque las primeras advertencias se emitieron el jueves por la tarde, muchos residentes no anticiparon la magnitud del evento.
Voces críticas han señalado que recortes aplicados por la administración Trump afectaron el funcionamiento de agencias clave como el Servicio Meteorológico Nacional (NWS). Según reportes de The Independent, al menos 600 empleados han dejado el NWS, dejando algunas oficinas sin personal suficiente para operar 24/7.
Tom Fahy, del sindicato del NWS, admitió que a la oficina de Austin-San Antonio le falta un coordinador de alertas, rol crucial en emergencias. El exdirector de la NOAA, Rick Spinrad, advirtió que estos recortes deterioran la capacidad de emitir pronósticos precisos.
Declaratoria de desastre y asistencia federal
Ante la magnitud del desastre, el gobernador Greg Abbott solicitó al presidente Donald Trump declarar zona de desastre a Kerr County, solicitud que fue aprobada el domingo.
“Estas familias están sufriendo una tragedia inimaginable”, publicó Trump en sus redes sociales. La declaración permite el despliegue inmediato de recursos federales, incluidas unidades de rescate y apoyo de la Guardia Costera.
La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) también activó operativos especiales para asistir a los afectados y evaluar daños.
Oraciones en medio del luto y nuevas amenazas
Mientras continúa la búsqueda, los residentes se congregaron este domingo en una misa encabezada por el arzobispo Gustavo García, transmitida en vivo por Univisión. Padres, vecinos y voluntarios oraron con lágrimas por los fallecidos y desaparecidos.
Desde el Vaticano, el Papa León XIV también elevó sus plegarias: “Rezamos especialmente por las niñas desaparecidas en el campamento, por cada familia que ha perdido a un ser querido”.
Las lluvias no cesan. El pronóstico indica nuevas precipitaciones en la región, lo que mantiene activas las alertas de inundación. Las autoridades, en medio del dolor, urgen a la población a evacuar zonas de riesgo.
La tragedia en Texas pone sobre la mesa no solo la fuerza de la naturaleza, sino también la fragilidad de los sistemas que deberían anticiparla.
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