Santo Domingo.– Con más de 470 empresas y más de 45,000 empleos directos e indirectos, la industria del plástico en República Dominicana avanza hacia un modelo de economía circular impulsado por un marco legal robusto, nuevas inversiones en reciclaje y acuerdos de autorregulación.

Según datos de la Asociación Dominicana de la Industria del Plástico (Adiplast), en 2024 el sector superó los RD$59,000 millones en ventas locales y generó exportaciones por encima de los US$700 millones, posicionándose como uno de los pilares del aparato manufacturero nacional. En términos macroeconómicos, el valor agregado total del sector alcanzó los RD$65,899 millones, equivalente al 1.2% del PIB.

Marco legal y transición circular
La transformación del sector ha sido guiada por la Ley 225-20, sobre Gestión Integral y Coprocesamiento de Residuos Sólidos, que establece obligaciones para productos como el poliestireno expandido (foam) y botellas PET, e impulsa su valorización y reciclaje.

“El potencial del reciclaje plástico ha crecido con la normativa actual. Estamos viendo inversiones tangibles y proyectos concretos para cerrar el ciclo del plástico en el país”, señaló José María Munné, director ejecutivo de Adiplast.

Uno de esos proyectos es la próxima apertura de una planta industrial en San Pedro de Macorís, que podrá procesar entre 900 y 1,200 toneladas mensuales de PET reciclado. La instalación utilizará tecnologías químicas certificadas que permitirán fabricar materia prima de grado alimenticio para nuevos envases, algo inédito en la historia del reciclaje local.

Iniciativas privadas y retos ambientales
El sector también ha adoptado medidas de autorregulación. Desde 2019, las empresas han suscrito acuerdos para promover el ecodiseño de envases PET y la incorporación de contenido reciclado en sus productos. En 2024 se estableció un nuevo compromiso que fija un mínimo de 5% de PET reciclado en todas las botellas fabricadas por miembros de Adiplast, superando los requisitos legales actuales.

Sobre el cuestionado uso del foam, Munné destacó el Biopacto, acuerdo entre productores que garantiza la inclusión de aditivos biodegradables. Estudios internacionales certifican que el material puede degradarse en tres años en vertederos y hasta en cinco años en cuerpos de agua, reduciendo significativamente su impacto ambiental.

Educación, inversión y próximos pasos
A pesar del avance, persisten desafíos. La infraestructura para recolección y clasificación de residuos sigue siendo limitada y no existen aún suficientes incentivos para el reciclaje formal. A esto se suma la ausencia de educación ambiental en el sistema escolar, a pesar de que la Ley 64-00 la contempla desde el año 2000.

“La puesta en marcha de nuevas plantas tendrá un efecto multiplicador. Esperamos atraer inversión extranjera, fomentar transferencia tecnológica y dinamizar el mercado laboral en reciclaje”, agregó Munné.

De cara al futuro, el sector proyecta que en los próximos cinco años se consolidará un modelo de economía circular mixto, combinando reciclaje mecánico y químico de alta tecnología. Esto permitirá fabricar envases con contenido reciclado certificado para uso alimenticio, elevando los estándares de sostenibilidad industrial.

Potencial regional
Para Cristian Halaby, presidente de la Cámara Ambiental del Plástico de Colombia, el país tiene una ventana de oportunidad económica si implementa líneas de crédito y promueve el emprendimiento en reciclaje. Asegura que los biopolímeros y aditivos biodegradables deben complementarse con diseños centrados en la reciclabilidad.

“El objetivo no debe ser reemplazar la economía lineal con materiales biodegradables, sino crear un sistema donde todo plástico esté diseñado para reciclarse primero y, si queda fuera del circuito formal, degradarse eficientemente”, afirmó.

Con una combinación de políticas públicas, inversión privada y compromiso empresarial, República Dominicana se perfila como líder regional en transición hacia una industria plástica sostenible, alineada con los principios de economía circular.