Vicepresidente JD Vance: "Estamos en guerra con el programa nuclear iraní, no con Irán”

Washington. – El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, aseguró este domingo que el país no está en guerra con Irán, pese al reciente bombardeo dirigido contra instalaciones nucleares de la República Islámica. En declaraciones ofrecidas a la cadena NBC, el funcionario subrayó que la ofensiva no implica un conflicto directo, sino una acción contra el programa nuclear iraní.

"Estamos en guerra con el programa nuclear iraní. No con Irán. Y estamos increíblemente orgullosos de los pilotos de la Fuerza Aérea que hicieron un trabajo excepcional anoche”, expresó Vance.

El vicepresidente enfatizó que no existe intención de desplegar tropas terrestres en la región, pero advirtió que si Irán responde con ataques contra fuerzas estadounidenses, se enfrentará a “una fuerza abrumadora”.

Comparaciones con la guerra de Irak
Vance también abordó las comparaciones con la guerra de Irak de 2003, asegurando que el contexto actual es distinto al conflicto iniciado por el entonces presidente George W. Bush.

“Comprendo a los estadounidenses agotados por 25 años de guerras en Medio Oriente. La diferencia es que en 2003 teníamos a un presidente estúpido. Ahora tenemos uno que sabe cómo proteger los intereses de seguridad nacional”, dijo, en referencia al actual mandatario Donald Trump.

El vicepresidente reveló que la orden final para el ataque fue dada minutos antes de su ejecución. Según indicó, Trump esperó hasta último momento para confirmar la ofensiva, que se concentró en los sitios nucleares de Fordo, Natanz e Isfahán.

Críticas dentro del propio movimiento
Aunque Trump ha construido parte de su narrativa política en torno al rechazo a las intervenciones militares prolongadas, su decisión ha generado críticas internas. Algunos sectores conservadores han cuestionado si la actual estrategia podría derivar en una escalada similar a la ocurrida en Irak, particularmente por los paralelismos en la justificación y el blanco de los ataques.

Pese a ello, el equipo de la Casa Blanca insiste en que se trata de una operación puntual con fines disuasivos y que Estados Unidos no busca iniciar un nuevo conflicto a gran escala.