Bogotá, Colombia. – En una tensa sesión del Consejo de Ministros celebrada la noche del martes, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, lanzó una fuerte crítica contra su propio equipo de gobierno, denunciando que se siente “traicionado” por la forma en que se están ejecutando los recursos públicos, especialmente en regiones históricamente marginadas como Chocó y Guainía.

El mandatario, visiblemente molesto, cuestionó que pese a representar un gobierno que se define como progresista y en favor de las mayorías empobrecidas, la distribución del presupuesto siga replicando patrones de desigualdad estructural, privilegiando zonas como Bogotá, Antioquia y Cali, en detrimento de los territorios olvidados.

“¿Por qué me tienen al Chocó así, abandonado, como si ustedes fuesen Duque o el gobierno de la oligarquía? Yo no resisto un gabinete así, traicionando al presidente todo el tiempo. No puedo seguir así”, sentenció Petro ante los ministros.

Reclamos por falta de alineación y burocracia tecnocrática
Durante su intervención, el jefe de Estado reprochó el bajo nivel de ejecución del gasto público y acusó a ciertos sectores del gobierno de actuar con agendas propias o de responder a intereses ajenos al proyecto del Ejecutivo. También apuntó directamente al Ministerio de Transporte, al que acusó de trabajar en contra de su programa y por ello justificó la reciente salida de su titular, María Constanza García.

“El Ministerio de Transporte hizo todo en contra del gobierno del presidente Petro. Una trampa completa”, declaró, aludiendo a la influencia de tecnócratas que, según él, dominan a los ministros e impiden implementar verdaderos cambios estructurales.

Reforma en el servicio exterior: sin idiomas ni élites
Otro de los momentos controversiales del encuentro tuvo lugar cuando Petro pidió a la canciller Laura Sarabia eliminar los requisitos para ser embajador, criticando que el dominio del inglés sea una condición excluyente.

“Cualquier hijo de obrero puede ser embajador; no les gusta, pues este es el ‘Gobierno del cambio’. Un hijo de obrero puede trabajar más en relaciones internacionales que un embajador que se va a rascar la panza”, expresó el mandatario, visiblemente indignado por la reciente anulación del nombramiento de Armando Benedetti como embajador ante la FAO por no hablar otro idioma que el español.

Petro defendió que el idioma español es uno de los idiomas oficiales de la FAO y acusó al sistema de poner trabas elitistas a las aspiraciones de los sectores populares.

El trasfondo: concentración de recursos y sospechas de sabotaje interno
La molestia del presidente surgió tras una exposición de Natalia Molina, directora del Departamento Nacional de Planeación, quien mostró un análisis de la inversión pública desde 2010 a 2025, evidenciando una desigual distribución territorial del presupuesto. Esta situación encendió las alarmas del mandatario, quien advirtió que se está premiando a los gobernantes de oposición, incluso en regiones donde su administración no cuenta con aliados políticos.

“Miren cómo hemos premiado a los gobernantes de la oposición y nos organizan golpe. Están financiando el golpe, amigos”, exclamó Petro, en alusión a una supuesta traición interna a su proyecto político.

Asimismo, expresó que esta situación justifica la constante rotación de ministros en su administración, que ya suma más de 50 cambios en poco menos de tres años de gobierno. Según el presidente, la necesidad de encontrar cuadros que “prioricen a los pobres” y cumplan con la visión del “Gobierno del cambio” sigue siendo una de sus principales luchas internas.

Llamado al replanteamiento
El Consejo de Ministros dejó en evidencia las tensiones y fracturas internas dentro del Ejecutivo, al tiempo que reflejó la urgencia del presidente Petro por alinear a su equipo con las prioridades sociales del gobierno, en medio de crecientes presiones políticas y desafíos económicos.

La reunión, que se prolongó hasta pasada la medianoche, marcó un punto de inflexión en la relación entre Petro y su gabinete, enviando un mensaje claro: el margen de tolerancia presidencial con la inercia y el tecnocratismo ha llegado a su límite.